En
la escuela de escritores, lo primero que nos enseñan es que las palabras son
nuestra herramienta, que con ellas podemos pintar los más hermosos retratos,
describir los mejores lugares, argumentar de forma contundente una opinión,
exponer las emociones más profundas y
narrar las acciones de un héroe o villano.
Las
palabras para un escritor, son como los colores para un pintor, hacemos uso de
ellas, a veces de forma indiscriminada y abusiva. Las empleamos para comunicar
lo que queremos o para anunciar como nos sentimos. Sí, los maestros tenían
razón.
No
obstante, a medida que vas utilizando el lenguaje para escribir, te vas dando
cuenta, de que las palabras que conoces no te alcanzan y comienzas a usar el
diccionario de sinónimos para lograr expresarte de mejor manera.
La
recomendación para ampliar el vocabulario, siempre será leer más. Y tal cual,
la lectura es también parte de un escritor, es nuestro alimento. Cada lectura
nos dejará más herramientas para trabajar, nos originará más sentimientos sobre
los cuales hablar y nos hará entender mejor nuestra propia vida.
Leer
a los contemporáneos no exige mucho esfuerzo, tal vez, porque ellos utilizan
las mismas palabras que nosotros, y es por eso que la lectura de los clásicos
se ha vuelto tan difícil.
En
lo personal, leer a autores como son Carpentier o Borges, se vuelve un reto,
pues tengo que realizar la actividad con un diccionario al lado… Ellos eran
unos maestros de la lengua, conocían el idioma y lo paladeaban al plasmar sus
historias en papel.
Eso
me ha hecho pensar mucho, pues tenemos uno de los idiomas más vastos del mundo,
pero el porcentaje que conocemos del mismo es mínimo. ¿Estará entonces
destinado el idioma español a desaparecer? La RAE, elimina las palabras de su
diccionario, una vez que entran en desuso, eso causa un problema para
investigadores, ya que cuando se enfrentan a libros de español antiguo, para
entenderlo, tienen que recurrir a diccionarios igual de antiguos que la obra
que están investigando.
Sí,
eso es un problema, y más cuando te das cuenta de que incluso alguien que se
dedica a escribir, carece de un conocimiento intenso del lenguaje.
Por
allí una vez escuché que conocer algo implica amar ese algo, creo que eso es la
complicación principal, no amamos nuestra lengua, por eso no la conocemos. Y
estamos destinando a que nuestro idioma se vuelva simple y pequeño.
De
esto me nacen varias preguntas, ¿si queremos evitar la desaparición de nuestro
lenguaje, tendremos que revivir esas palabras olvidadas?, ¿si las revivimos,
las generaciones nuevas la apreciarán, o preferirán hacer de lado aquellos
textos que las contengan?, y ¿Cómo
podría un escritor revivir palabras que no conoce?
Cuando
estuvimos en la escuela nos dijeron que las palabras eran nuestras
herramientas, pero olvidaron decir, que para usarlas, primero debemos amarlas…
y que amarlas significa no olvidar aquellas que ya nadie usa.
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