viernes, 31 de mayo de 2019



Una feria que podría brillar más



La Feria Municipal del Libro de Guadalajara, celebró su edición 51, en lo particular fue un evento distinto, ya que pude participar con una lectura.

Debo ser honesta, tenía años que no asistía a la feria, recuerdo que cuando era niña, mi papá nos llevaba a mis hermanos y a mí, era algo maravilloso, para la lectora que nació por aquel entonces, era un festín, mi padre nos daba cierto presupuesto a cada uno de nosotros que nos permitía comprar un número, lamento decirlo, limitado de libros. Allí fue donde yo compré el primer libro sin imágenes que leí, mismo al que le tengo mucho cariño. Ese libro debe tener algo de la magia de la feria, porque sin precedentes, ha ido y venido lo he prestado en múltiples ocasiones y siempre ha regresado a mí.

En esa época, la verdad no era muy crítica, iba porque me llevaban, disfrutaba las compras y rara vez asistíamos a eventos, era una tarde de compras y ya.

Hoy día, con un espíritu más crítico y exigente, puedo decir que la feria se veía deslucida, tal vez, después de haber asistido a tantas FIL, me resultó además de pequeña, falta de eventos… ¿Es malo todo? Claro que no, es un evento cultural y a diferencia de la FIL no requieres pagar una entrada, es mucho más accesible, porque la gente que está en el Centro de la Ciudad puede disfrutar de las ventas, así como de las presentaciones.






¿Cuáles son los problemas, entonces?

No radican en los eventos, aunque sólo se tiene un evento por vez, a diferencia de la FIL que te gustaría partirte no digo en dos sino en cuatro o cinco para asistir a todos los eventos que hay al mismo tiempo. Aquí hay un solo evento, una sola sala con sillas para el público. Sin embargo, hubo muchas presentaciones y lecturas, algunos talleres y cuentacuentistas.

Tampoco son las editoriales, ciertamente no es un evento internacional, al ser local, asisten sólo libreros de la ciudad, la oferta disminuye, no obstante, se vieron descuentos importantes y muchos libros de escritores locales, lo que hace el evento muy regional y amable para quienes publicamos en editoriales independientes.

Tampoco es el clima, que al ser en el mes más caluroso del año, puede ahuyentar a los espectadores, hay que ser honestos, la gente iría menos con frío o peor aún, cuando llueve, así que aguantarse el calorcito unas horas, no hace daño a nadie, además de que los organizadores ponen carpas para evitar estar bajos los rayos incandescentes del sol, y los portales, mantienen esa frescura de los edificios antiguos de la ciudad.

El principal problema, creo que es la difusión del evento, no sé si sea por parte de los organizadores, del Ayuntamiento, de los libreros, es difícil saber, ya que su página, permanece desactualizada todo el año, no indican proceso para presentaciones, no hay inscripción de prensa, y mucho menos un programa con meses de anticipación. Lo sé, estoy comparando con la FIL de nuevo, pero es inevitable al ser eventos literarios. Aquí la cosa es que la feria iniciaba el 10 de mayo y era el primero de mayo y todavía no aparecía el programa, la página estaba presentando todavía el programa del año anterior.

Creo que es una buena plataforma, y tal vez, si abrieran más salones, dieran más promoción, difundieran a artistas locales, atraería no sólo a más gente, sino a más inversionistas que apoyarían la causa de promoción cultural.

No obstante, un aplauso, porque a pesar de cambios de gobierno, de déficits presupuestales, de un pueblo que no lee, se ha sabido mantener. Llegó y concluyó su edición 51, así que esperamos más ferias en el futuro, por mi parte haré lo que pueda para hacerle difusión a un evento gratuito, que en mi niñez me llenó de magia y de sueños, para que las futuras generaciones puedan llenarse igual, de esa magia.


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