Crónica
de una Novela Anunciada
Comenzar a escribir una novela no es tarea sencilla,
obtener una buena idea sobre la cual desarrollar las próximas trescientas
páginas, mucho menos. Y es que con las buenas, buenísimas intenciones del
escritor por escribir su primera novela, no es suficiente; claro está que es un
primer paso, el primero del maratón que se encuentra frente a él.
Y en esas andaba yo, con la intención de escribir una
novela; después de escribir por un largo tiempo solamente cuentos, y muy de vez
en cuando, algunos versos, algunas estrofas que terminaron siendo poemas.
Andaba por la vida en busca de una buena
idea que poder desarrollar, quizá el comienzo de una trilogía, de una saga, que
se yo, el comienzo de algo, ya me daba con eso. Andaba, pero a oscuras, porque
ninguna idea cruzaba mi mente, media desértica, tierra de nadie donde los
únicos valientes que la habitan son los
vampiros.
Mis pasos perdidos me guiaron hasta el tianguis
cultural, zona por donde una puede pasearse de negro absoluto, sin que recibas
miradas acusadoras por la vestimenta que se luce. Era sábado, como a eso de las
doce del medio día, iba acompañada por una buena amiga, quien es ilustradora además de escritora,
experta en la organización clandestina del susodicho tianguis. Caminábamos bajo
la sombra de una hilera de árboles, charlando sobre nuestra lista de pendientes
por comprar: vestido negro, guantes, gargantilla, ataúd, cosas por el estilo;
cuando un viejo edificio abandonado, grafitteado y más roto que otra cosa,
provocó que nos detuviéramos a observarlo desde la acera de enfrente.
-Es tan
lamentable que lo hayan dejando así abandonado – comentó mi amiga.
-No sé, quizá… -
intenté decir yo.
-Es que quien
sabe cuántos años tiene ya solo, desde que recuerdo se encuentra igual, me da
tristeza – continuó mi amiga absorta en la contemplación de dicho edificio.
-yo creo que el
edificio está repleto de fantasmas, solo que no dejan que veamos lo felices que
viven ahí dentro – solté en un intento por ser optimista respecto al evidente
abandono del lugar en cuestión.
-Seguro nos
están viendo desde aquellas ventanas.
Spectral Residencial pensé, podría ser un buen título
para una novela sobre un edificio repleto de fantasmas más animados que los
mismos vivos.
Camino a casa, entre el tráfico de las tres de la
tarde y el camión estilo lata de sardinas, comencé a inventarme una historia
sobre una médium amante de los espíritus, una mujer cuyos mejores amigos sean
los que “ya pasaron a mejor vida”. Divertida y luminosa, justo así quería que
fuera la trama en cada nuevo capítulo. ¿Quién
dijo que los fantasmas son unos tipos aburridos?
Abrigada por la recién nacida idea para la novela que
andaba en busca de escribir, me sentía feliz, el segundo paso estaba dado;
ahora ya tenía los deseos de escribir y una idea que me satisfacía.
Quizá la próxima ocasión les cuente sobre los
siguientes pasos en este maratón llamado: escribir una novela o morir en el
intento.
¡Saludos a todos los que nos leen en el libro rojo, esperamos
sus comentarios!
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