La extraña obsesión de
Lewis Carroll por su Alicia
parte II
Y como lo prometido es deuda, en esta ocasión
continuaré contándoles sobre la historia o las historias detrás del clásico
infantil: ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS.
Alicia
empezaba a sentirse cansada de estar al lado de su hermana, sentada en el
banco, y de no hacer nada. Una o dos veces había echado una mirada al libro que
su hermana leía, pero no tenía grabados ni diálogos.
Charles Dodgson mejor conocido en el universo
literario como Lewis Carroll, regaló a la pequeña Alicia Lidell un manuscrito
bellamente ilustrado con el título Alicia
en el subterráneo. Dicho manuscrito era algo extraño, alejado totalmente de
los cánones que regían la literatura infantil por aquella época victoriana del
1862, donde ninguna de las aventuras estaba rematada con una moraleja, que
además estaba siendo ridiculizado por la propia Alicia dentro de la novela,
porque la mera idea de una literatura didáctica era disparatada. Sin embargo,
la historia gusto a cuantos la leían, empezando por las hermanas Lidell y su
padre, el decano de Christ Church hasta los amigos de la familia, entonces
surgió la propuesta de imprimirse, sugiriendo la idea al autor. Poco después,
el propio Carroll le pidió a ilustrador Tanniel, que gozaba con gran prestigio
por aquella época, para que realizará las ilustraciones de su obra, lo cual el
mismo pagaría. A partir de ese momento, comenzó a reelaborar la historia,
añadiendo nuevos capítulos, ampliando otros, agregando sus famosos poemas humorísticos,
para finalmente salir a la luz en el año de 1864, bajo el título que
actualmente conocemos. El éxito fue inmediato, todos en Inglaterra lo leyeron,
no sólo los niños, también los adultos estaban encantados con la Alicia de
Carroll; además la propia reina Victoria estaba entusiasmada con la historia,
pese a que muchos la identificaban con la reina de baraja a quien tanto
gustaban las decapitaciones.
Pero
la crítica de aquellos años, no consideraba como un autor serio a Carroll, para
ellos no tenía ningún prestigio, especialmente porque se apartaba de todas las
convenciones literarias. No había alguna corriente o escuela al cual
ascribirlo, pues no encajaba con ninguna. Y no fue hasta después de la primera
guerra mundial cuando la obra de Carroll comenzó a reconocer la importancia
literaria, sobre todo por el uso y creación de un nuevo lenguaje, y por implementar los más revolucionarios
experimentos literarios.
La
obra permitió al autor evadirse de ciertas manías y obsesiones profundas; al
crear un mundo donde el absurdo era el único principio aplicable, y la
incomunicación la regla. Con esto Carroll exorcizaba el absurdo de su tiempo y
la incomunicación de su propia vida. La excentricidad de Charles Dodgson
encontró la válvula de escape que necesitaba, a través de la creación de Lewis
Carroll y sus obras infantiles.
O
el pozo era muy profundo o ella caía muy lentamente, porque tuvo tiempo
suficiente, mientras caía, de ver todo cuanto había en su derredor y de
preguntarse qué sucedería después.
En el
mundo que encontramos al leer las obras de Carroll, encontramos los opuestos,
lo grotesco y lo tierno, existe una mezcla de elementos lógicos con elementos
oníricos, es una realidad distinta a la real. Además sus obras pueden leerse de
varias maneras, y tener múltiples interpretaciones. Los críticos amantes de las
teorías psicoanalíticas parecen coincidir en que el viaje de Alicia es un
intento por reintegrarse al seno materno, donde los encuentros con los
diferentes personajes grotescos del relato, representan los impedimentos que el
mundo real le anteponen para poder regresar a la raíces de la vida; incluso
dicen que el lago de las lágrimas representa el líquido amniótico. Porque bajo
el disfraz de la locura, el autor nos muestra lo efímero.
Y
como aún no terminó de contarles, la próxima semana continuaré hablándoles sobre
las drogas y las sustancias alucinógenas dentro de la novela de Alicia. No
dejen de leernos aquí en el LIBRO ROJO.
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