Seguimos con la técnica de preguntones; en esta ocasión me toca subir mi propio cuento. Espero sea de su agrado.
¿Por qué tengo que elegir? ¿Qué tal si después de soltar la moneda, me convierta en una muerta en vida? ¿Por qué el azar? ¿Por qué no elegir una de las opciones y ya? ¿Sabes que me confundes al ponerme a elegir? ¿Deseas dejar ir la que menos quieres? ¿Te quedas con la que más te convenga? ¿Me quedo con la que me conviene? ¿Te imaginas muerto? ¿Te imaginas muerto en vida? ¿A ti no te grita el alma, por dentro, qué encontremos una tercera opción? ¿A ti no te implora que no me dejes echar un volado y ya? ¿Qué tal si encontramos la manera de empalmar ambos matices? ¿Lo puedes imaginar, “cara y cruz”, juntas? ¿Vida y muerte juntas? ¿Pero Gonzalo, quién tiene que morir para que el otro viva? ¿Por qué no vivir ambos? ¿Por qué no danzar al son de la vida y la muerte en vida, y la vida otra vez?
¿Te acuerdas, del día que me hice el análisis? ¿Tienes memoria? ¿Recuerdas mis palabras, mi cara, mis manos, mis labios sellados, mis ojos sin brillo? ¿Te acuerdas de lo que me dije con voz de silbido de roedor? ¿Fue algo como “no te preocupes, ya veremos que sale”, no? ¿Era una trampa eso, Gonzalo? ¿Un engaño del destino? ¿Un adelanto de este maldito “cara o cruz”? ¿Acaso la vida lo usará como vació legal y me dirá “ya estaba predestinado”? ¿Es un castigo por no haberme decidido entonces? ¿No estás cansado, como yo? ¿Te cansas aquí adentro? ¿No tienes ganas de huir? ¿Cómo te explico que no importa a donde huya? ¿Cómo te dejo claro que mi problema está en mi? ¿Gonzalo, por qué no eliges tú? ¿Por qué no eliges, elegir? ¿Qué tal si tomas tu primera desición? ¿Qué tiene de malo? ¿Imaginas la cruz? ¿Salir de mis entrañas, esporádicamente? ¿Puedes imaginar cuando lo harás? ¿Estaré yo en el trabajo? ¿Comiendo? ¿En la regadera? ¿Manejando? ¿Viendo una película? ¿Te das cuenta que no importa realmente donde me encuentre? ¿Entiendes que yo sabré que has tomado tu decisión, verdad? ¿Entiendes que no habrá duda al momento de verte expulsado en tu bolsa de agua, chorreando sangre y liquido en el piso, verdad? ¿Y qué tal si eliges cara? ¿Has sentido pasar estos tres meses? ¿Has contado el tiempo? ¿Qué tanto te has aburrido mientras te llenas de alimento y creces? ¿No crees aguantar seis meses más? ¿Tienes miedo, como yo? ¿De qué salga cara? ¿De que cuando salga cara, tenga que dar rostro al mundo? ¿Quién nos apoyará, Gonzalo? ¿Habrá aliados en el trabajo? ¿En casa? ¿Amigos, conocidos, desconocidos? ¿Gonzalo, y el dinero? ¿Y la comida? ¿Quién dice que está moneda que me obligas a lanzar no será la última que haya ganado así de fácil? ¿Me lo aseguras? ¿Puedes inclusive prometerme que todo va a estar bien? ¿Ves, Gonzalo, cómo eres un tirano? ¿Por qué me obligas a decidir entre tu muerte y mi vida, entre tu vida y el terminar con la vida como la conozco? ¿Qué dices? ¿Qué ya basta de tanto hablar y hablar? ¿Qué la muerte apremia? ¿Qué la vida no espera? ¿Por qué tanta prisa Gonzalo? ¿Cara o cruz, dices? ¿Lanzó ya la moneda? ¿Si ya cayó la moneda? ¿En verdad quieres saber que salió?
¿Es esta tu solución, Gonzalo? ¿Qué tanto es esperar unos días a que
tome una decisión? ¿Por qué tengo que elegir en este mismo instante? ¿Cuál es
tu prisa? ¿No te da vergüenza, dejarme toda la responsabilidad a mí? ¿Por qué
me pones entre la espada y la pared? ¿Qué si es tu responsabilidad también?
¿Por qué lo dudas? ¿Sabías qué, con solo dos opciones, estoy condenada? ¿Y si
sale cruz, queriendo yo cara? ¿Si sale cara, queriendo yo cruz? ¿No te parece
que es demasiado absoluto? ¿No te recuerda a la frase “vivo o muerto”? ¿Puedes
imaginar a alguien vivo y muerto a la vez? ¿Puedes siquiera imaginar?
¿Escucharme?
¿Por qué tengo que elegir? ¿Qué tal si después de soltar la moneda, me convierta en una muerta en vida? ¿Por qué el azar? ¿Por qué no elegir una de las opciones y ya? ¿Sabes que me confundes al ponerme a elegir? ¿Deseas dejar ir la que menos quieres? ¿Te quedas con la que más te convenga? ¿Me quedo con la que me conviene? ¿Te imaginas muerto? ¿Te imaginas muerto en vida? ¿A ti no te grita el alma, por dentro, qué encontremos una tercera opción? ¿A ti no te implora que no me dejes echar un volado y ya? ¿Qué tal si encontramos la manera de empalmar ambos matices? ¿Lo puedes imaginar, “cara y cruz”, juntas? ¿Vida y muerte juntas? ¿Pero Gonzalo, quién tiene que morir para que el otro viva? ¿Por qué no vivir ambos? ¿Por qué no danzar al son de la vida y la muerte en vida, y la vida otra vez?
¿Te acuerdas, del día que me hice el análisis? ¿Tienes memoria? ¿Recuerdas mis palabras, mi cara, mis manos, mis labios sellados, mis ojos sin brillo? ¿Te acuerdas de lo que me dije con voz de silbido de roedor? ¿Fue algo como “no te preocupes, ya veremos que sale”, no? ¿Era una trampa eso, Gonzalo? ¿Un engaño del destino? ¿Un adelanto de este maldito “cara o cruz”? ¿Acaso la vida lo usará como vació legal y me dirá “ya estaba predestinado”? ¿Es un castigo por no haberme decidido entonces? ¿No estás cansado, como yo? ¿Te cansas aquí adentro? ¿No tienes ganas de huir? ¿Cómo te explico que no importa a donde huya? ¿Cómo te dejo claro que mi problema está en mi? ¿Gonzalo, por qué no eliges tú? ¿Por qué no eliges, elegir? ¿Qué tal si tomas tu primera desición? ¿Qué tiene de malo? ¿Imaginas la cruz? ¿Salir de mis entrañas, esporádicamente? ¿Puedes imaginar cuando lo harás? ¿Estaré yo en el trabajo? ¿Comiendo? ¿En la regadera? ¿Manejando? ¿Viendo una película? ¿Te das cuenta que no importa realmente donde me encuentre? ¿Entiendes que yo sabré que has tomado tu decisión, verdad? ¿Entiendes que no habrá duda al momento de verte expulsado en tu bolsa de agua, chorreando sangre y liquido en el piso, verdad? ¿Y qué tal si eliges cara? ¿Has sentido pasar estos tres meses? ¿Has contado el tiempo? ¿Qué tanto te has aburrido mientras te llenas de alimento y creces? ¿No crees aguantar seis meses más? ¿Tienes miedo, como yo? ¿De qué salga cara? ¿De que cuando salga cara, tenga que dar rostro al mundo? ¿Quién nos apoyará, Gonzalo? ¿Habrá aliados en el trabajo? ¿En casa? ¿Amigos, conocidos, desconocidos? ¿Gonzalo, y el dinero? ¿Y la comida? ¿Quién dice que está moneda que me obligas a lanzar no será la última que haya ganado así de fácil? ¿Me lo aseguras? ¿Puedes inclusive prometerme que todo va a estar bien? ¿Ves, Gonzalo, cómo eres un tirano? ¿Por qué me obligas a decidir entre tu muerte y mi vida, entre tu vida y el terminar con la vida como la conozco? ¿Qué dices? ¿Qué ya basta de tanto hablar y hablar? ¿Qué la muerte apremia? ¿Qué la vida no espera? ¿Por qué tanta prisa Gonzalo? ¿Cara o cruz, dices? ¿Lanzó ya la moneda? ¿Si ya cayó la moneda? ¿En verdad quieres saber que salió?
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