Lady Afrodita
Por Nicte G. Yuen
Ladyafrodita: estoy aquí deseando sentirte muy cerca de mí,
imagino hasta el olor que debe desprender tu piel, seguro con aroma de arena
revuelto con sal.
Guerrero´84: no tienes ni que decirlo, pruébame!
Ladyafrodita: lo haría, supongo que tienes CARIBE tatuado en
tu piel, y el sol atrapado en tus
pupilas.
Guerrero´84: dónde trabajas mamita? Qué cosas dices!
Ladyafrodita: trabajo
en el lugar más enterado del planeta…jajajaja…Qué le puedes contar a un
periódico? Por aquí se sabe todo de todo, hasta lo que jamás quisiera conocer.
Pero es bastante monótono: atropellados, encarcelados, asesinados, violaciones,
extorsiones, políticos con careta de buenas gentes, la decepción mexicana en
primera plana no se porque demonios, el imbécil de nuestro candidato tricolor…
y un largo etc. Etc.
Guerrero´84: A B U R R I D O nena…mejor vente para acá,
calorcito los 365 días del año.
Valentina
tosió intempestivamente frente al monitor de su computadora, subió un poco más
el cierre de su chaqueta y se enredó la bufanda al cuello. Miró molesta directo
al aire acondicionado, deseando transformarlo en calefacción. No comprendió quién necesitaba más aire
helado del que ya tenían en pleno diciembre. Fue hasta la cafetera y se sirvió
una nueva taza de café, supo que lo necesitaría para el resto de las noticias
acumuladas en su escritorio. Unos pasos delante de ella, estallaron risas y
carcajadas provenientes de los escritorios contiguos al suyo; sus compañeros
capturistas estaban organizando tremenda pachanga para recibir el año nuevo en
Vallarta. Samuel, el recién ingresado al periódico hacia apenas ocho días, se
comprometió a llevar dos cajas de cervezas, de inmediato recibió una ronda de
aplausos y de mentadas de madre por aportar tan buenas ideas. Sin más preámbulo
soltó un chiste triple X y otra avalancha de vítores inundaron el lugar.
Valentina se encogió en su asiento giratorio y tecleó con evidente ansiedad, al
menos para su propia computadora, única testigo de la incomodidad que sentía.
Se repitió que ya debería estar acostumbrada, a no ser requerida para las
reuniones organizadas en el periódico. Bebió café a sorbos mientras explotaba
el griterío de sus compañeros contra sus oídos.
Ladyafrodita: me encantaría darme una escapadita para allá,
pero no tengo vacaciones, al menos no lo que
resta del próximo año, tú sabes, esto de las malas y
peores noticias nunca descansa.
Guerrero´84: no me dejas otra opción, voy a llevarte el sol
caribeño hasta tu oficina, afortunadamente yo me tomo vacaciones cuando me
viene en gana…privilegios de ser el propio patrón…Qué dices mamita? Me ofreces
tu casa cuando ande por tus rumbos?
Ladyafrodita: Cuando te escapes hasta acá, ya sabes adonde
llegar, mi casa (cama)te espera, me gustaría ser muyyyyyyyy hospitalaria,
especialmente con cierto caribeño!
Guerrero´84: tiéntame mujer, tiéntame que ahora mismo hago
las maletas y compró un boleto de avión…pero sin retornó.
Ladyafrodita: eres tan agradable, no conozco a un arquitecto
tan simpático como tú…jajajaja eres el único al que conozco…bueno, aún me falta
conocerte en persona, pero ya habrá oportunidad.
Guerrero´84: falta de confianza mujer, te sugiero me
conozcas en vivo y a todo color, luego pasamos a desnudo y a todo color! Estoy
seguro que la foto que te envié ayer no me hace justicia, necesitas palparme.
Tú mete mano cuanto quieras.
Ladyafrodita: la próxima foto que me mandes debe ser de
cuerpo completo, y al regreso te mandó yo otra, me parece lo justo.
Los pasos alejándose de sus compañeros
interrumpieron a Valentina, miró la hora en el reloj, hacia veinte minutos
debió checar la salida. El último trago del café ya estaba helado. Volteó hacia
la cafetera, ya la habían desconectado, esto le resultó una lastima porque
planeaba quedarse una hora más, las noticias seguían a la espera de ser
capturadas, porque la conversación con Guerrero´84 la había mantenido alejada
de sus labores. Alguien apagó la luz.
Nadie notó su ausencia en los siguientes
cuatro días, sus bronquios terminaron
por pedir vacaciones adelantadas, obligándola a permanecer encerrada en su casa.
La taza de café que olvidó recoger de su escritorio al retirarse, continuaba
ahí cuando regresó ese lunes. Cruzó frente a los capturistas organizadores de
la megafiesta en la playa, una incesante tos se escuchaba por encima de las
voces, las cuales hablaban del costo de las casetas y de los cuartos de
hotel. Ninguno saludó a la enferma de
bronquitis, ni siquiera repararon en ella. Valentina se llevó ambas manos al
cuello y comenzó a rascarse por los siguientes cinco minutos, los dedos le
temblaban conforme hacia el movimiento arriba y abajo con sus uñas. Se repitió
que ya debería estar acostumbrada a la falta del saludo por parte de sus
compañeros. Entonces vino una y otra y otra vez esa pregunta, si tuviera otro
tono de piel, otras medidas en su cuerpo y un tinte de pelo más a la moda, la
saludarían. Negó con la cabeza al tiempo que encendió el monitor. Los miró de
reojo, se lamentó no tener tan buen gusto en el vestir, como las chicas que ya
hasta habían comprado bikini nuevo para
el Vallartazo.
Guerrero´84: Nenita
linda! tengo una sorpresa preparada para mi enferma consentida, estoy seguro
que te morirás del gusto que te va a dar. Mucho reposo en la cama seguro te
quita cualquier malestar. Saludos desde el caribe!
Domingo 9:15 p.m.
Ladyafrodita: Estuve desconectada, una disculpa pero si me
sentía algo enferma. Me gustan mucho las sorpresas y la tuya será mi favorita.
Saludos desde mi oficina en el periódico. Si, te informó, noticia de última
hora, ya regresé al trabajo.
Lunes 8:05 a.m.
Guerrero´84: Quisiera ver tu cara cuando leas este mensaje
en tu compu, quisiera tomarte una foto para ponerla en un marco, compré uno la
semana pasada para poner una foto tuya, pero no cualquiera, la que voy a
tomarte con mi propia cámara fotográfica en cuanto llegué al periódico para
raptarte. Si, nena, acabo de salir del aeropuerto, estoy escribiendo desde el
taxi. Te veo muyyyyyyyyyyyyyyyyy pronto!
Lunes 1:30 p.m.
Valentina
leyó el mensaje de Guerrero´84 antes de tomar su debido receso para comer
algo, se paró frente al monitor rígida
como una escultura, releyó aquellas líneas con mayor rapidez conforme aplacaba
una tremenda comezón en el cuello. Releyó dejándose caer sobre su silla giratoria. Apagó la
computadora, metió un par de juegos de llaves en su bolso, tosió
intempestivamente apretando la bufanda, desconectó los cables y salió de la
oficina. Atrás quedaron las charlas sobre los antros más IN de Vallarta. Nadie
notó su escapé del periódico en horario no permitido para salir de la oficina.
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