Cuando empezamos a escribir, tenemos
una falsa concepción de lo que es el proceso creativo, muchas veces nos
imaginamos como nos presentan en películas a los autores, sentados frente a una
máquina mecánica, de preferencia, en la cual los dedos manipulan las teclas a
tal velocidad digna de Usain Bolt.
No obstante, la realidad de la
escritura es mucho menos romántica que eso, pues gran parte del proceso
creativo, se hace antes de tomar una pluma.
¿Cómo inicia el proceso?
Pues es simple, con una idea…
y a esto es, a lo que yo llamo Inspiración. El momento en que tienes la idea de
una historia… es tan rápida, que parece que es un mito, porque a veces sólo
dura unos segundos, el resto del proceso es lento, es engorroso y, a veces,
frustrante.
Ahora bien, ¿qué es lo que
puede detonar ese preciso momento? Puede resultar de haberlo soñado, de ver algún
suceso en la calle, de escuchar alguna anécdota, de leer una frase, o
preguntándose el “hubiera” de algo que ya conocemos. No hay una receta que nos
diga, de esta manera tendrás una idea, éstas son caprichosas y aparecen a
cualquier hora y en cualquier lugar, lo que dificulta su realización, sobre
todo, si tienes mala memoria. Hay quienes llevan consigo una pequeña libreta
para anotar esas ideas, o llevan una grabadora para dejar la huella del
destello de inspiración que nos pegó como un rayo.
El resto del proceso, se
vuelve algo tedioso, ya tuviste la inspiración, ésa, por la que anhelan los
artistas, pero ahora queda llevarla a la práctica, hacerla historia, llenarla
de palabras para que cobre vida. Esta parte cuanta con mucha planeación, y no
indica que de inmediato te vas a poner a teclear para acabar la historia en un
dos por tres.
En algunas ocasiones, la idea
es buena, pero sabes que no te dará para que sea una novela, y así empiezan las
decisiones como autor, ¿será un cuento?, ¿será una novela?, ¿será para niños?,
¿será para adultos?, ¿será para adolescentes?, ¿en qué formato la escribo?,
¿quién será el narrador?, ¿qué quiero que ocurra además de la idea principal?...
las preguntas pueden seguir y seguir hasta ir estructurando mentalmente, muchos
prefieren hacer esta planeación de forma escrita y sacan hojas donde anotan
este tipo de datos.
Una vez terminada la
planeación, entonces sí empezamos a escribir, no obstante, es muy distinto a
esa idea romántica, aunque habrá quien aún use la máquina mecánica o incluso escribir
a mano, la mayoría escribimos en la computadora, y a pesar de tener ya la
estructura bien pensada, suele suceder que al empezar a estampar las palabras
en la hoja, nos damos cuenta de que algo no funciona, y entonces, borrar,
escribir, acomodar, investigar, volver a borrar, escribir un poco más, y así…
se convierte en un ciclo difícil y frustrante, porque es raro que las palabras
fluyan rápido.
Sí, el proceso no es rápido,
un cuento, ya muy bien pensado, puede tomar hasta 3 horas en concretarlo, y todavía
sin estar listo, ya que es sólo el borrador, el que llevará correcciones,
revisiones y más trabajo. Una novela puede tomar varios meses, a veces, años…
cuentan que Goethe tardó 20 años en escribir “Fausto”, o que ése fue el tiempo
que le tomó a Fernando del Paso, realizar la investigación para su novela “Noticias
del imperio”.
Así que, si me preguntan,
podría decir con certeza, de que la inspiración sí existe, aunque es tan rápida
que muchos la consideran un mito, no obstante, una recomendación, si quieres
ser escritor, es mejor que la inspiración te llegué cuando tengas una pluma en
la mano, al final, la disciplina y el trabajo duro, suele ser más productivo
que unos segundos de inspiración.
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