La
pregunta que nos han hecho varias veces es: ¿cómo acercar a los adolescentes a
la lectura?, para muchos maestros y padres es una inquietud. Hay varias maneras
y lamentablemente las más efectivas debieron ser impuestas mucho tiempo antes
de llegar a la adolescencia.
1. Con el ejemplo.
Los niños imitan, así que si en una familia, los padres son lectores, los hijos también lo serán. Y es por dos razones, ven que es una actividad que pueden compartir con ellos (aunque cada quien lea cosas diferentes) y no es una imposición sino algo que harán por su propio interés.
2. Platicar sobre libros.
Cuando no estamos en el primer caso, es decir, no se tuvieron padres lectores, entonces tenemos un problema más complicado, porque en una edad de por sí difícil, hay que tratar de interesarlos en algo que no es común y que muchos encuentran aburrido. No obstante, se puede conseguir de varias maneras.
En mi experiencia personal, he tenido mucha efectividad cuando les platico de un libro, evidentemente, aquí tienes que contarles una historia que conozcas bien (de preferencia que te guste para que puedas transmitir ese gusto mientras hablas de la misma), al momento de hacerlo debemos evitar demasiados detalles, pero tocar los puntos clave con la intención de que el argumento se entienda.
Por lo general, si la síntesis de la historia está bien elaborada y hablas con emoción de ella, lograrás captar la atención de más de uno, y si no es inmediato, al cabo de unos días tratarán de leer el libro.
3. Conocer a la persona.
La lectura es una especie de regalo. Y de igual manera que cuando se hace un regalo, hay que conocer los gustos de a quien se le va a recomendar un libro.
Si es alguien que no lee nada y nunca ha leído algo fuera de los libros de texto, debemos averiguar las películas y programas de televisión que ve, porque así podrás saber qué género de la literatura podría interesarles. Hay que recordar que los géneros del cine nacieron de la literatura, por lo que vamos a encontrar libros para cada uno de ellos.
4. Historias breves.
Sé que nuestro interés prevalece en que alguien lea clásicos, ansiamos ver a alguien que nunca ha leído con “El Quijote” en sus manos, sin embargo, eso no tiene sentido. Debemos tomar el caso de un joven no lector, parecido a un caso de anorexia, a una persona anoréxica, por más que nos gustaría verla comiendo un filete, si tiene mucho tiempo sin comer, debemos conformarnos con que coma un paquete de papas fritas. De igual manera, con un no lector, debemos conformarnos con que lea historietas.
Con el tiempo la persona anoréxica irá comiendo mejor hasta llegar al filete, pues igual con el no lector, de las historietas pasará a libros pequeños y eventualmente entrará a los clásicos.
5. No imponer una lectura.
La adolescencia es un periodo de transiciones, de revolución hormonal, donde los jóvenes tienden a la rebeldía, si se les impone la lectura como obligación, será lo último que harán, así que decirles hay que leer tal o cual libro, hará que ellos sientan cierta aversión hacia el mismo. Debemos conseguir que por sí mismos deseen leer, no imponerles la actividad.
6. Historias de acuerdo a su edad.
Estamos en un momento importante para la lectura, porque ahora tienen muy bien definido el público para quienes van dirigidas las historias, hace años había libros para niños y libros para adultos, pero ya ha cambiado eso, en las librerías tienen ya bien clasificados los públicos, hay secciones para cada una, infantil, juvenil, adultos jóvenes, adultos contemporáneos, adultos mayores. Si eres alguien no lector y quieres que tu hijo lea, entonces podrías sentir que no sabes ni qué comprar o por dónde empezar, así que es momento de ir a una librería, dirigirte a la sección juvenil, allí verás las sagas juveniles o adolescentes, que están encaminadas para chicos entre 13 y 20 años, hay sagas que ya están terminadas y sagas que están en proceso de escribirse, si la portada no te dice mucho, en la contraportada podemos encontrar una sinopsis de la historia.
Estos libros ya tienen la clasificación porque están diseñados en específico para que sean leídos por jóvenes de esas edades, es como la ropa en una tienda departamental, no llevarás a tu hija de15 años a comprarse ropa de adulta, pues exactamente eso sucede con los libros, hay historias para cada edad.
7. Dejar los clásicos para el final.
En mi caso, yo crecí leyendo los clásicos, Mark Twain, Julio Vernes, Emilio Salgari, Charles Dickens, Lois May Alcott... Por eso de repente se me hace casi increíble que haya personas que no los disfruten. Mas al paso del tiempo, me he dado cuenta de que en una sociedad consumista donde la brevedad es la sensación, los clásicos parecen quedar a un lado. Los libros contemporáneos, aunque a primera vista se vean gruesos, la mayoría (sobre todo, sagas o bestsellers) están escritos con palabras simples y de uso común, que no representarán un reto para el lector.
En el caso de los clásicos utilizan palabras y tiempos verbales compuestos, son muy descriptivos y, a veces, no tienen tanta acción como los libros actuales.
Esto no quiere decir que sean malos, sólo que son libros que tienen que ser apreciados, son clásicos por algo, porque han logrado atravesar la barrera del tiempo, porque emplearon técnicas que fueron precursoras a lo que se escribe ahora, porque fueron pioneros en géneros literarios o porque las historias se han vuelto una referencia para los escritores de todo el mundo.
Por lo que llegar a los clásicos, tiene que ser de forma orgánica, sin presiones, para que cuando pase sea una satisfacción leerlos.
Los niños imitan, así que si en una familia, los padres son lectores, los hijos también lo serán. Y es por dos razones, ven que es una actividad que pueden compartir con ellos (aunque cada quien lea cosas diferentes) y no es una imposición sino algo que harán por su propio interés.
2. Platicar sobre libros.
Cuando no estamos en el primer caso, es decir, no se tuvieron padres lectores, entonces tenemos un problema más complicado, porque en una edad de por sí difícil, hay que tratar de interesarlos en algo que no es común y que muchos encuentran aburrido. No obstante, se puede conseguir de varias maneras.
En mi experiencia personal, he tenido mucha efectividad cuando les platico de un libro, evidentemente, aquí tienes que contarles una historia que conozcas bien (de preferencia que te guste para que puedas transmitir ese gusto mientras hablas de la misma), al momento de hacerlo debemos evitar demasiados detalles, pero tocar los puntos clave con la intención de que el argumento se entienda.
Por lo general, si la síntesis de la historia está bien elaborada y hablas con emoción de ella, lograrás captar la atención de más de uno, y si no es inmediato, al cabo de unos días tratarán de leer el libro.
3. Conocer a la persona.
La lectura es una especie de regalo. Y de igual manera que cuando se hace un regalo, hay que conocer los gustos de a quien se le va a recomendar un libro.
Si es alguien que no lee nada y nunca ha leído algo fuera de los libros de texto, debemos averiguar las películas y programas de televisión que ve, porque así podrás saber qué género de la literatura podría interesarles. Hay que recordar que los géneros del cine nacieron de la literatura, por lo que vamos a encontrar libros para cada uno de ellos.
4. Historias breves.
Sé que nuestro interés prevalece en que alguien lea clásicos, ansiamos ver a alguien que nunca ha leído con “El Quijote” en sus manos, sin embargo, eso no tiene sentido. Debemos tomar el caso de un joven no lector, parecido a un caso de anorexia, a una persona anoréxica, por más que nos gustaría verla comiendo un filete, si tiene mucho tiempo sin comer, debemos conformarnos con que coma un paquete de papas fritas. De igual manera, con un no lector, debemos conformarnos con que lea historietas.
Con el tiempo la persona anoréxica irá comiendo mejor hasta llegar al filete, pues igual con el no lector, de las historietas pasará a libros pequeños y eventualmente entrará a los clásicos.
5. No imponer una lectura.
La adolescencia es un periodo de transiciones, de revolución hormonal, donde los jóvenes tienden a la rebeldía, si se les impone la lectura como obligación, será lo último que harán, así que decirles hay que leer tal o cual libro, hará que ellos sientan cierta aversión hacia el mismo. Debemos conseguir que por sí mismos deseen leer, no imponerles la actividad.
6. Historias de acuerdo a su edad.
Estamos en un momento importante para la lectura, porque ahora tienen muy bien definido el público para quienes van dirigidas las historias, hace años había libros para niños y libros para adultos, pero ya ha cambiado eso, en las librerías tienen ya bien clasificados los públicos, hay secciones para cada una, infantil, juvenil, adultos jóvenes, adultos contemporáneos, adultos mayores. Si eres alguien no lector y quieres que tu hijo lea, entonces podrías sentir que no sabes ni qué comprar o por dónde empezar, así que es momento de ir a una librería, dirigirte a la sección juvenil, allí verás las sagas juveniles o adolescentes, que están encaminadas para chicos entre 13 y 20 años, hay sagas que ya están terminadas y sagas que están en proceso de escribirse, si la portada no te dice mucho, en la contraportada podemos encontrar una sinopsis de la historia.
Estos libros ya tienen la clasificación porque están diseñados en específico para que sean leídos por jóvenes de esas edades, es como la ropa en una tienda departamental, no llevarás a tu hija de15 años a comprarse ropa de adulta, pues exactamente eso sucede con los libros, hay historias para cada edad.
7. Dejar los clásicos para el final.
En mi caso, yo crecí leyendo los clásicos, Mark Twain, Julio Vernes, Emilio Salgari, Charles Dickens, Lois May Alcott... Por eso de repente se me hace casi increíble que haya personas que no los disfruten. Mas al paso del tiempo, me he dado cuenta de que en una sociedad consumista donde la brevedad es la sensación, los clásicos parecen quedar a un lado. Los libros contemporáneos, aunque a primera vista se vean gruesos, la mayoría (sobre todo, sagas o bestsellers) están escritos con palabras simples y de uso común, que no representarán un reto para el lector.
En el caso de los clásicos utilizan palabras y tiempos verbales compuestos, son muy descriptivos y, a veces, no tienen tanta acción como los libros actuales.
Esto no quiere decir que sean malos, sólo que son libros que tienen que ser apreciados, son clásicos por algo, porque han logrado atravesar la barrera del tiempo, porque emplearon técnicas que fueron precursoras a lo que se escribe ahora, porque fueron pioneros en géneros literarios o porque las historias se han vuelto una referencia para los escritores de todo el mundo.
Por lo que llegar a los clásicos, tiene que ser de forma orgánica, sin presiones, para que cuando pase sea una satisfacción leerlos.
Ahora
bien, éstas son algunos pasos a seguir para llevar a un adolescente a leer. Ya más
adelante hablaremos de títulos de libros que pueden ser interesantes para las
nuevas generaciones.
0 comentarios:
Publicar un comentario