Y los valientes heredarán la tierra…
Esa debería ser una de las
instrucciones con que viniera la vida, sin el afán de sonar como un escritor de
superación personal, es algo que me ha pegado en los últimos días. La gente
muchas veces se pregunta mientras se sume en depresiones o mientras duerme en
su dolor ¿por qué? ¿Por qué las cosas no me salen bien? Y tal vez esa pregunta
se hace más fuerte cuando vez gente que en nuestra propia opinión no tiene
capacidad suficiente, o incluso podemos conocer cosas un poco oscuras de los
mismos, y aun así obtienen cosas que son muy buenas. Sé que mucha gente llamará a esto envidia.
Pero cuando conoces demasiado a ciertas personas muchas veces sabes que han
obtenido cosas de forma demasiado fácil.
Es más sencillo para uno
revolcarse en su rencor y ver pasar eso pero al final no hacer nada al respecto
excepto quejarse, lo que la verdad no arreglará nada. ¿Entonces?
Bueno, muchas veces
a esa gente que las cosas se le dan “fáciles” es por una razón, esa gente tuvo
la valentía (tal vez imprudencia) de tratar cosas nuevas, de pararse en el
momento indicado, de no perder la oportunidad que la gran mayoría dejamos de
lado por “pensarlo bien” en lo que tardamos en tomar una decisión, alguien más
lo hizo sin pensarlo.
¡Vaya! No creí que iba a
sonar tan “hazlo hoy”, juro que no soy una de esas personas del club de lo optimistas
ni nada por el estilo, creo más bien eso… delante de nuestros ojos muchas veces
pasan las oportunidades, pasa la vida y no la tomamos, hace unos días una
persona cercana a mí me platicó que le preguntaron varias veces sobre porqué
fue novia de un cuate que a vista de todos era nefasto… ella después de
pensarlo respondió “porque se atrevió a pedírmelo”.
Así es, muchas veces damos
por sentado muchas cosas, creemos que sólo dando “señales” todos a nuestro
alrededor saben que queremos… es más fácil sólo pedirlo, en fin… eso es harina
de otro costal.
Sigo pensando en eso de la
valentía, no entendemos, vemos en el cine películas, leemos en libros y oímos
en la radio, pero aun así no entendemos… la valentía es eso, hablar de lo que
queremos… hay un refrán que reza “Quien no habla, Dios no lo oye”, allí está
encerrado. La valentía no eso de ponerse a pelear y de embarcarse en una
aventura sino en las pequeñas cosas que queremos.
Había una vecina que llevaba
tres meses trabajando, ni siquiera tenía un contrato fijo, cuando uno de los
jefes pregunto “¿alguien sabe llenar estos formatos?” no era algo del otro
mundo, pero en una oficina con cinco gentes más, nadie dijo yo, ella levantó la
mano y se animó, le subieron el sueldo, con un ascenso y contrato fijo. Tal vez
la suerte influyó un poco, pero ella fue valiente al aceptar hacerlo, por
cierto, ella no sabía llenarlos, mientras los iba llenando tuvo que estar
investigando como se hacía, porque así es. Cualquiera diría que las cosas se le
dieron fáciles, pero ella tomó el momento apropiado para levantar la mano. Tomó
la oportunidad que los demás dejaron ir.
En cuestión de escribir
también sucede… recuerdo hace unos cursos una de las maestras
nos preguntó si
creíamos que a partir de estar estudiando habíamos cambiando, de qué manera y
si era de forma positiva o negativa. En ese momento le respondí, muchas cosas
positivas vinieron a partir de estudiar, te dan armas para escribir pero
también te quitan audacia. Antes de entrar me gustaba experimentar con lo que
escribía, una vez dentro me llegaron a decir cuando hacía esos experimentos que
no les gustaba, que era poco entendible y más cosas. Comenzó a darme tanto
miedo que deje de tener la valentía de probar.
Supongo que aquellos grandes
inventores, esos poetas reconocidos, esos afamados escritores, esos talentosos
artistas, sobresalieron porque tuvieron la valentía de probar nuevas cosas, de
expresar lo que sentían, de trabajar por algo que todos decían iban a ser un
fracaso…
Repito, no es mi intención
hacer un escrito de superación personal, simplemente, sigo pensando que la
instrucción de la valentía a alguien se le olvidó ponerla en las instrucciones
de vida.
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