Celia
Yuen Duran
Nacida en
Guadalajara, pero de ascendencia China por parte paterna, ha trabajado por más
de 15 años en los mejores Circos de México y del Mundo, declarándose en contra de esa ley que prohíbe a los
circenses que trabajen con animales.
A
la señora Celia Yuen le agrada la idea
de una charla sobre su experiencia en el Circo, con 18 años de vida circense,
sabe que tiene algunas cosas que revelar sobre lo que sucede tras la carpa. Ella vivió en la ciudad de Guadalajara
durante 27 años, edad que tenía cuando dejó su casa en la colonia Morelos para
irse de gira con el circo Unión, de los
Hermanos Fuentes Gazca, esto en el año de 1991. Doña “Ce” como es bien
conocida, se casó con el representante del circo, el Sr. Medina, y se enfrasco
en un larguísimo viaje a través de toda la República Mexicana, visitando cada
uno de los Estados que integran este país, incluidos cantidad de pueblos, cuyos
nombres en su mayoría recuerda. Hace
énfasis en los circos que trabajo: El circo Unión, el circo Atayde Hnos. el
circo de la Chilindrina y el circo Suarez. Este último le abrió la posibilidad
de viajar hasta Centroamérica y las Islas del Caribe, incluyendo dos años en
Puerto Rico y Jamaica, respectivamente.
Según ella misma cita: “Los circos han cambiado a lo largo
de estas dos décadas, antes las carpas eran de tela, las gradas eran puras
tablas de madera, pero actualmente la tecnología avanzó tanto que ya se han
hecho lonas especiales resistentes al agua y al fuego, tenemos sillas de
plástico, y maquinaria que levanta el circo, cuando antes era trabajo de los
elefantes y los empleados, esto ha hecho que al transportarse de un lugar a
otro, o sea el cambio, sea más rápido”.
Los actos circenses también se han visto modificados, unos
han desaparecido y otros han nacido, entre aquellos que han pasado al recuerdo
de quienes los disfrutaron son: el acto del hombre bala, el tiro de arco, la fuerza
capilar y los osos polares; estos últimos, debido a la intervención de la
sociedad protectora de animales, apoyada desde México por el grupo ecologista
Maná, han visto terminados sus días en los actos circenses. Doña “Ce” aún se molesta cuando recuerda lo sucedido con los seis osos
polares del circo Suárez, pues alegando que sufrían de maltrato al interior del
circo, los retiraron de buenas a primeras, mientras estaban de gira por las
islas del Caribe. El destino de estos osos fue el exilio en los zoológicos,
principalmente en Estados Unidos; sin embargo, lo que nunca salió en las
noticias fue lo siguiente: “me da coraje porque un día se aparecieron por el
circo, alegando que se iban a llevar a los osos, entonces los pendejos de los
veterinarios no le supieron a la dosis para dormirlos y se les murieron, ¿cuál
mejor vida para los osos en los zoológicos?”
Los asistentes al circo suelen
guardar gratos recuerdos de su vista, risas y palomitas, la voz del presentador
anunciando los actos; pero también suceden trágicos acontecimientos, según nos
hace mención no es tan frecuente; pero los que ha ella le toco presenciar le
han llenado de horror. Pocos, repite,
casi dos décadas y fueron pocos: en una ocasión el león se comió los dedos de
un albañil que asistió esa tarde a ver la función, y como iba medio borracho,
metió la mano a la jaula. El hombre bala al salir disparado del cañón, no cayó
en la red y se estrelló contra el suelo, quedando en estado de coma por un
largo tiempo, afortunadamente logró recuperarse. Uno de los trapacistas durante
el acto se resbaló y cayó, quedando inválido, tras el impacto. En el acto llamado “el aro áreo” participan
dos chicas, una de ella se desprendió de
la mano que la sujetaba, tuvo serias lesiones en su columna, impidiéndole
volver a ejecutar dicho acto. Finalmente relata, un trapecista, amigo suyo,
durante el ensayo de su acto, se mató al caer fuera de la red.
Sin duda el circo es tan atractivo
para chicos y grandes por los animales que puede uno observar haciendo toda
clase de suertes: entre los animales tradicionales a los que recurren los más
famosos circos en nuestro país (Union, Atayde, Vázquez, Suarez) son: los
elefantes, leones, tigres, changos, caballos, camellos, perros, aves.
Lamentablemente, considera que el circo tal y como lo conoció décadas tras está
desapareciendo, las asociaciones ecologistas, luchan porque prohíban que los animales sean usados para
los actos circenses, alegando crueldad, maltrato, mala alimentación,
explotación y el sacarlos de sus hábitats naturales para recluirlos en jaulas.
La Sra. Yuen aclara que ella jamás presencio ninguna clase de maltrato hacia la
gran variedad de animales con los que convivió diariamente; al contrario,
comían mejor que los mismos empleados, lo primero que se aseguraba era el
alimento de los animales, cuando se llegaba a un pueblo nuevo, mandaban a uno a
localizar donde vendían buena pastura para los caballos, terrones de azúcar,
frutas y demás, el trato no podía ser mejor, se les apreciaba. Incluso señala,
que su hija, Monserrat, llegó a pasearse con los animales del circo, y jamás
fue atacada por ellos, estando dentro de las mismas jaulas de los leones, lobos
marinos, tigres y elefantes; fue tratada con cariño, viéndola como parte de su
familia, porque eso son dentro y fuera de la carpa, parte de la misma familia:
artistas, payasos y animales.
El circo Solei también está
contribuyendo para que el circo tradicional desaparezca, porque ha integrado a
sus funciones actos para adultos que los niños han dejado de disfrutar, todo es
danza y luces de colores, perdiéndose la esencia. Se ve espectacular, pero es
más teatro que circo, quizá una evolución que aleja de la raíz. Entre los circenses, se repite el dicho
siguiente: “mientras se escuche la risa de un niño, el circo seguirá
existiendo”. Y quienes arrancan más sonrisas, sin duda los tigres saltando por
aros en llamas, los payasos, los trapecistas girando a esa altura donde un niño
quisiera llegar.
Si uno se para de frente al circo, y
lo mira todo parece igual aunque los años pasen y pasen, filas de gente formada
para entrar, la señorita de la taquilla,
los cojineros que buscan acomodarte en los mejores lugares, el olor a
palomitas, risas y voces asombradas, las voces de los animales, el brillo de
los trajes con lentejuelas, el maquillaje recargado en los rostros de los
artistas que pueden ser igualmente mexicanos que chinos o rusos. Toda la vida
al interior del circo fue y será igual mientras este permanezca.
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