Cuando escribir se volvió muy serio.
Desde que entramos a la
escuela de escritores, los maestros nos ponen ejemplos de escritores afamados y
premiados, de aquellos que te escriben de forma profunda. Te hacen ver que
escribir es una forma de vida.
Recuerdo muy bien que
después de varios cursos de narrativa, la maestra nos preguntó: “¿cómo sienten
su avance?”. Por primera vez desde que había entrado, un poco más de un año,
pensé en si había mejorado, mientras estudiaba difícilmente me daba cuenta de
los cambios, estos no eran tan notorios, o al menos eso creía. Sin embargo
cuando nos cuestionó al respecto, le contesté, “nos hemos vuelto menos osados”. La maestra pareció estar cómoda con la
respuesta, pero yo me quede muy insatisfecha.
Hoy día, puedo ver que las
clases fueron efectivas, nos dieron armas, técnicas y mucho conocimiento literario, pero al mismo
tiempo los maestros (que por muchas razones) nos pedían claridad y evitar
experimentos. Esta situación nos hizo, personas con conocimientos pero poca
osadía.
¿A qué me refiero con
osadía?, bueno, cuando recién entramos, todos con ganas de escribir, hacíamos
inventos, tratábamos de contar historias combinando el cine, el internet, la
tecnología junto a lo clásico, queríamos comernos el mundo de un bocado, pero a
medida de que las clases avanzaban cada vez que alguien escribía de esa forma,
los maestros no tardaban en decir que no se entendía, que cambiáramos x o y del
texto, que eliminaros todo aquello que pudiera resultar confuso… al paso de los
meses, los escritos fueron siendo más comunes, eso sí, muy bien cuidados en
redacción y técnica. Perdimos ese ímpetu
de intentar cosas nuevas que pudiera llevarte a un regaño seguro.
Una vez que terminamos las
clases, muchos de nosotros hemos tenido un poco de temor de tomar la pluma de
nuevo, de empezar con historias que podrían ser altamente criticadas, pero al
mismo tiempo esa sensación de que es necesario escribir comienza a hervir
dentro de cada uno de nosotros.
Creo… que debemos recordar
que escribir no tiene por qué ser serio todo el tiempo, que nunca se nos debe
de olvidar que la literatura es la parte lúdica de los textos, que podemos
divertirnos haciéndolo… porque después de todo, siempre habrá maneras de
corregir al final lo que sea que no esté pulido a la perfección.