Una tarde de lecturas y conversaciones.
Todavía recuerdo aquella
tarde de Mayo de hace dos años, cuando me invitaron por primera vez a una
lectura de fin de cursos. Por aquel entonces sentía que todo lo que
escribía era malo, y odié tener que pararme frente a una sala llena de alumnos,
maestros e invitados para leer algo que en lo personal no me gustaba. Ese día
llevé una carpeta con varios trabajos porque iba indecisa sobre que leer, aun
así llena de inseguridad tomé el micrófono y comencé con minificciones. Tal vez
fue mi impresión pero mi lectura no fue buena, en realidad mi impresión fue la
correcta, estaba tan ansiosa por regresar a mi lugar que al dar un paso, estuve
a punto de caer, tiré la carpeta y todos los papeles volaron.
Sí, mi primera lectura fue
un desastre, a pesar de eso le tengo un recuerdo cariñoso. Si no me hubiera
atrevido tal vez hoy no estaría escribiendo en este blog.
Muchas veces pensamos que el
escritor simplemente se dedica a eso… a escribir. Pero entonces la SOGEM
también te prepara para esas otras facetas que tiene que enfrentar quien escoge
este oficio como forma de vida. Las presentaciones en público son parte del
escritor, o tal vez tengo que aclarar de quien escribe y que tiene la fortuna
de editar y publicar un libro.
Cada fin de curso, es decir
cada seis meses, la SOGEM organiza una lectura con estudiantes de la escuela.
La lectura es de los trabajos de los alumnos, generalmente de las clases de creación
literaria como son escritura creativa y talleres de cuento. Casi siempre el
maestro es quien escoge que es lo que los alumnos leen teniendo en cuenta la
longitud del cuento y de la calidad del mismo.
Este año, no fue la
excepción, y vimos desfilar desde alumnas muy jóvenes hasta aquellos de más
edad pero de igual manera estudiantes de la SOGEM, quienes nos deleitaron con
cuentos sobre la vida diaria, otros con crítica social, algunos con
pensamientos muy profundos y aquellos cuentos divertidos que soltaron las carcajadas de los presentes.
Y pues como es ya tradición,
la tertulia terminó con un convivio lleno de bocadillos, bebidas y pláticas muy
interesantes.
Mi Autofoto o Selca (como le dicen los Coreanos) |
Por cierto, también yo leí,
y no, no se me cayeron las hojas y la reacción de los asistentes a mi cuento de
terror fue la esperada. Así que, se va aprendiendo con el tiempo, con la
práctica y con la experiencia de varias presentaciones.